Si pudiéramos dar a cada persona la cantidad adecuada de alimento y ejercicio, no demasiado poco ni en exceso, habríamos encontrado el camino más seguro para la salud.
Hipócrates
La consulta médica es fuente inagotable de inspiración para una bloguera como yo. Esta semana he mantenido una entrevista clínica con una persona con diabetes polimedicada y sin un buen control metabólico.
El caso es que pactamos entre otras cosas, mediante una toma de decisiones compartidas, que iba a dejar de tomar fármacos que no le aportaban beneficios y si potencialmente algunos de sus efectos adversos, en concreto me refiero a un inhibidor de la bomba de protones (los dichosos “protectores del estomago”) y un fármaco para la osteoporosis, no indicado según su indice FRAX.
Hasta aquí todo bien, y eso que este punto de la desprescripción de mi querido argumento #pastillaslasjustas, no es fácil de negociar y requiere de una confianza mutua y una buena relación medico - paciente así como de técnicas de entrevista clínica especificas.
Sé que una revisión sistemática publicada en el BJSM del mes de Abril de 2014 nos pone en evidencia que en los pacientes diabéticos tipo 2, la cantidad y la frecuencia semanal de ejercicio físico son más importantes para el control de la diabetes que la intensidad o tipo de ejercicio físico practicado.
Y lo difícil fue precisamente la prescripción de dicho ejercicio físico. Primero porque es una metodología en la ni yo ni mis colegas hemos sido formados durante el grado de Medicina, y aunque me estoy formando actualmente en ella en un curso ofrecido por el Departamento de Salud en el que trabajo y he hecho más cursos y estudiado aquí y allá para hacer Esporti Revolution con rigor científico, en consulta no es tan sencillo abordar tanto los condicionantes físicos del paciente como los condicionantes sociales, económicos, creencias… Y en segundo lugar, es complicado por la idea preconcebida que tienen las personas de que todo en medicina se cura con pastillas, idea que se convierte en expectativa, de hecho, si haces una búsqueda en Google sobre pastillas y ejercicio, los resultados van en el sentido de que puedes tomar fármacos para perder peso sin realizar actividad alguna. Por eso cuando les dices a algunos pacientes que el control metabólico de la diabetes no es sólo cuestión de fármacos, es algo que a muchos ni les interesa oír porque implica, como siempre, un esfuerzo personal que va más allá de abrir un blister de pastillas y tomar las que tocan.
Esta señora en concreto me decía de tomar más medicación, pero que a ella no le iba eso de realizar ejercicio físico sino tan solo cierta actividad física más allá de las cosas de la casa y la compra semanal y el sofá.
Y fue entonces cuando me inventé (o mi subconsciente recordó esto de algún curso o artículo leído, a veces sé más de lo que creo que sé), lo de las pastillas de ejercicio. ¿Cuántas pastillas de ejercicio tomas al día? Le pregunté. Ese símil lo entendió bien y poco a poco fuimos acercando posturas sobre lo que podría hacer para tomar no una caja entera de “MaratónPills”, sino pequeñas píldoras de actividad física diarias que aumentaran su condición y contribuyeran a mejorar la resistencia a la insulina que su páncreas presenta por ser diabética. “EsportiPills”, las he llamado.
Acordamos que podía incrementar las actividades de la vida diaria en forma de ejercicio, acercándonos al umbral de actividad terapéutica, y posteriormente ir interesándonos por algún ejercicio más reglado que pudiera realizar semanalmente, pilates, caminar 45 minutos a paso rápido… incluso hablamos de ir a correr juntas por el río junto con más pacientes cuando tenga un grupito para ello. Un error muy frecuente es pensar que si no se anda una hora seguida no sirve para nada. Intentaremos de esta forma alcanzar la cantidad mínima de ejercicio recomendada, que es más de 150 minutos a la semana de ejercicio moderado.
Hoy avanzamos un poco más en la prescripción de actividad física con este símil de las píldoras, ya que aunque siempre la excusa es “no tengo tiempo”, casi todos podemos ir andando más veces a algún lugar de lo que lo hacemos habitualmente, y 30 minutos de caminar ya nos contará como una píldora. Es fácil que podamos llegar a pautar ese tratamiento cada 12 o incluso cada 8 horas (siguiendo la comparación de la medicación vía oral). Es decir dos o tres veces al día, tan solo teniéndolo presente antes de coger el coche o el bus. Una pauta sería calcular que si el desplazamiento va a durar menos de 40 minutos, hagámoslo andando y ya nos habremos tomado una saludable “EsportiPill”.